Un equipo internacional de investigadores logró revivir a un par de gusanos que se encontraban en estado latente desde cerca de 46.000 años.
Increíble pero cierto, científicos han logrado revivir a unos gusanos que permanecieron en un estado de animación suspendida, conocido como criptobiosis, bajo el helado permafrost siberiano. Estos pequeños organismos, pertenecientes a una nueva especie de nematodo, sorprendieron a los investigadores al volver a la vida con solo ser rehidratados.
Hace cinco años, estos diminutos gusanos fueron hallados a unos 40 metros de profundidad en una madriguera de roedores, ¡en Siberia! Su capacidad de entrar en criptobiosis les permitió resistir la falta de agua y oxígeno, así como las temperaturas extremas, durante milenios. Ni en sus sueños más salvajes pensaban los científicos que este proceso podría prolongarse tanto tiempo.
Philipp Schiffer, uno de los líderes del equipo de científicos del Instituto de Zoología de la Universidad de Colonia en Alemania, exclamó: «Es increíble que la vida pueda empezar nuevamente después de tanto tiempo».
Tras minuciosas investigaciones y análisis genéticos, los expertos descubrieron que estos gusanos poseen genes clave que les permiten entrar en estado latente. Sorprendentemente, estos mismos genes también se encuentran en un nematodo contemporáneo llamado Caenorhabditis elegans, que también puede entrar en criptobiosis. Ambas especies producen un azúcar llamado trehalosa cuando están levemente deshidratados, lo que probablemente les permitió sobrevivir al congelamiento y la intensa deshidratación en el laboratorio.
Aunque los gusanitos, que miden aproximadamente un milímetro de largo y tienen un ciclo vital de pocos días, lamentablemente fallecieron después de reproducirse y dar lugar a varias generaciones en el laboratorio, su estudio no ha terminado. Los científicos seguirán investigando a su descendencia para desentrañar a fondo los mecanismos que les permitieron adaptarse a las condiciones extremas de su hábitat.
Sin duda, esta increíble historia nos recuerda lo asombrosa y resistente que puede ser la vida, ¡incluso después de milenios bajo tierra helada!





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