A principios de esta semana, la modelo brasileña Julia Fernandes sorprendió al revelar que su truco para mantener la juventud y belleza radica en un dispositivo conocido como el «chip de la belleza». Este implante hormonal, disponible solo en Estados Unidos y Brasil, ha generado debate tanto por sus promesas como por sus riesgos.
Fernandes explicó que el dispositivo, hecho a medida, es elaborado en Brasil tras un análisis detallado de sus niveles hormonales. “Es un chip hormonal de gestrinona”, comentó, añadiendo que contribuye a mejorar el crecimiento del cabello, las uñas y la apariencia de la piel. Sin embargo, también advirtió sobre algunas contraindicaciones, como el acné.
El «chip de la belleza» no está disponible en Chile y no cuenta con el respaldo de importantes agencias regulatorias, como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos y la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil (Anvisa). Aunque fue creado originalmente para tratar condiciones ginecológicas como la endometriosis, su uso con fines estéticos ha suscitado controversias. Según la doctora Marcia Venegas, ginecóloga especialista en endocrinología, este chip contiene gestrinona, una hormona sintética que imita hormonas masculinas, lo que puede provocar efectos secundarios adversos.
Entre estos efectos, se destacan la aparición de acné, caída del cabello, cambios en la voz y virilización severa, como el agrandamiento irreversible del clítoris. Venegas advierte que el uso de este implante fuera de los tratamientos ginecológicos constituye una mala práctica clínica y carece de evidencia científica que respalde su efectividad en la mejora de la belleza o el rejuvenecimiento.
Pese a las advertencias, figuras públicas como Catherine Fulop también han recurrido a este método, lo que ha ayudado a popularizar el procedimiento entre quienes buscan una solución rápida para mantener su apariencia física. No obstante, profesionales de la salud insisten en que el «chip de la belleza» no debe ser utilizado únicamente con fines estéticos, ya que implica riesgos significativos para la salud.
Mientras continúa el debate, el «chip de la belleza» sigue siendo un símbolo de la creciente tendencia hacia el uso de soluciones hormonales para mejorar la estética, aunque su falta de respaldo científico y los efectos secundarios asociados siguen generando críticas entre los expertos médicos.





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