
Michael Vera Villanueva – Ciudadano
Hoy en Ñuble y en el país, la elección de autoridades locales y regionales reflejan fenómenos preocupantes: el desinterés de la gente y la falta de candidatos capaces de generar movilización y confianza.
Las elecciones locales, donde se elige a los representantes de cada comunidad, parecen cada vez más lejanas y desconectadas de las expectativas reales de los votantes, sintiéndose en cada una de estas importantes instancias, ese aire de «es más de lo mismo».
Los factores que alimentan esta apatía están claros. Los recientes escándalos de corrupción y la crisis de confianza en las instituciones, han agravado esa decepción acumulada. Ejemplos como el Caso Hermosilla y otros del círculo político, erosionan la credibilidad de las figuras de poder, que se ven envueltas en tramas casi que superaría a muchas series disponibles en las plataformas de streaming, desviando toda esa atención de lo local. La política territorial, lejos de recuperar su relevancia, parece perderse en el ruido mediático y en la frustración ciudadana.
En un contexto de pocas propuestas claras, la gente se enfrenta a una gigantesca boleta electoral con nombres y lemas vagos, que se repiten una y otra vez como un grito de alianza. En lugar de propuestas concretas, los candidatos van por el discurso genérico, etéreo, diluido que toma la bandera de lucha de moda. Algunos defienden lo indefendible, obedeciendo ciegamente a su sector político específico, pero otros sienten que deben votar por “algo diferente”, aunque no sepan qué representa, solo quieren algo distinto.
El deseo de cambio, aunque legítimo, puede ser un arma de doble filo. Votar por lo “distinto” sin una reflexión profunda, puede abrir la puerta a candidatos cuya popularidad radica en su novedad y no en su capacidad para gobernar ni experiencia en el área.
Es aquí donde la importancia de votar informado se vuelve esencial: más allá de las promesas, es necesario conocer la trayectoria, las alianzas y el sector político que respalda a cada candidato, ya que estos factores suelen ofrecer una imagen más realista que cualquier eslogan, el que fácilmente puede desvanecerse después del día de la elección.
Comparado con elecciones anteriores, el ambiente electoral parece haber perdido intensidad. Las restricciones en publicidad y menores instancias para debates serios, han contribuido a que la atmósfera electoral sea más discreta, empujando a muchos ciudadanos a toman su decisión en el último minuto, con una comprensión limitada de las propuestas e ideas.
En esta elección, donde ya elegimos a los representantes de nuestro territorio (en algunas regiones quedará una segunda vuelta para gobernadores), la invitación es a reflexionar, a dar una vuelta y pensar si nuestra participación, fue de manera informada y no una respuesta impulsiva, un voto de castigo o simplemente a «cumplir con el trámite».
Tenermos el derecho a voto pero tambien el deber de informarnos. No basta con votar por “el menos malo”, si no ejercemos nuestro derecho a conciencia, el cambio real seguirá siendo simplemente, una eterna promesa sin cumplir.





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