Esta medianoche comienza el horario de invierno: atrasamos una hora el reloj. Te contamos por qué se hace y qué efectos puede tener, especialmente en los más pequeños.
Esta medianoche, los relojes se deben atrasar una hora. A las 00:00 del sábado 5 de abril de 2025, Chile continental (excepto Magallanes y la Antártica Chilena) dará inicio oficialmente al horario de invierno, atrasando los relojes en 60 minutos, es decir, a las 23:00 horas del viernes 4.
Este cambio forma parte del Decreto Supremo N°224 de 2018, el cual establece dos horarios oficiales en el año: uno de verano, que va desde septiembre a abril, y otro de invierno, desde abril hasta septiembre. Aunque se ha debatido su continuidad, la medida sigue vigente y afecta a millones de personas en todo el país.
¿Qué significa este cambio en la práctica?
Desde hoy amanecerá más temprano y oscurecerá antes. Por ejemplo, si normalmente el sol salía cerca de las 8:00, ahora lo hará alrededor de las 7:00, lo que implica mañanas con más luz pero tardes que se oscurecen más rápido.
Este ajuste busca que la mayor parte de la actividad diaria ocurra con luz natural, lo que puede traducirse en un ahorro de energía en iluminación, pero también trae efectos en el bienestar de las personas.
¿Y cómo nos afecta? Especial atención en niños y adolescentes
Si bien una hora puede parecer un cambio menor, expertos en salud han advertido que el ajuste puede impactar el reloj biológico, especialmente en los más jóvenes. Los principales efectos reportados en niños y adolescentes incluyen:
• Alteraciones del sueño: dificultad para dormir o despertarse.
• Fatiga diurna: sensación de sueño durante el día.
• Cambios en el estado de ánimo: irritabilidad o apatía.
• Baja en el rendimiento escolar: dificultades para concentrarse o memorizar.
• Desajuste en rutinas: como horarios de comida o actividades físicas.
Consejos para adaptarse mejor
1. Respetar horarios fijos de sueño, incluso los fines de semana.
2. Evitar pantallas antes de dormir.
3. Exponerse a la luz natural en las mañanas, especialmente los primeros días.
4. Realizar actividades relajantes al final del día.
5. Ser pacientes con los niños si presentan cambios de humor o cansancio.
En un mundo cada vez más acelerado, el descanso se vuelve un acto de cuidado personal y salud. Aprovechar este cambio de horario puede ser una oportunidad para revisar nuestras rutinas nocturnas. Evitar el uso de pantallas al menos una hora antes de dormir —reemplazándolas por una buena lectura, una conversación tranquila, ejercicios de respiración o meditación— ayuda a calmar la mente y preparar al cuerpo para un sueño reparador. Dormir bien no solo mejora nuestro ánimo y concentración, también fortalece nuestra salud física y emocional. Darse ese espacio es, hoy más que nunca, una necesidad.





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