En plena crisis climática global, la decisión de recortar la ciencia de la NASA amenaza con dejar al planeta sin datos clave para enfrentar desastres naturales.
La Administración Trump ha propuesto un drástico cambio de rumbo en la NASA: abandonar la investigación climática de la Tierra para enfocarse en la exploración espacial. En la reciente solicitud presupuestaria para 2026, casi la mitad del financiamiento destinado a la Dirección de Misiones Científicas de la NASA —más del 50 % del presupuesto para la ciencia terrestre— está en riesgo de ser eliminado .
Esto implica el desmantelamiento o desactivación de misiones clave como los satélites Orbiting Carbon Observatory (OCO‑2 y OCO‑3), fundamentales para medir emisiones de dióxido de carbono y monitorear la salud de los cultivos, con datos que “apoyan tanto la investigación ambiental como a los agricultores” . Científicos advierten que “destruir el OCO va a entorpecer la investigación climática por décadas” .
Una receta peligrosa en tiempos de crisis
Mientras tanto, el mundo enfrenta inundaciones extremas, incendios forestales y otros eventos climáticos devastadores. En ese contexto, los satélites de la NASA han sido aliados clave: desde alertas tempranas hasta gestión de desastres. Sin embargo, recortes profundos al presupuesto científico —casi un 50 % en la ciencia de la NASA y 24 % en el total— amenazan la capacidad de responder con rapidez y precisión .
El impacto va más allá del medio ambiente: también involucra salud pública, agricultura, economía y seguridad. Por ejemplo, según expertos en clima y salud, NASA ha permitido desarrollar investigaciones sanitarias esenciales. Sin estos datos, la respuesta a emergencias sanitarias podría verse seriamente comprometida .
Una alerta en múltiples voces
Este recorte no es solo una matemática presupuestaria; implica una erosión simbólica de la misión de la agencia. Un artículo en Wired lo resume así: la deconstrucción de NASA va más allá de lo operativo y marca “una erosión de la curiosidad colectiva de la humanidad” .
Los datos oficiales advierten que estas decisiones podrían atentar contra nuestra habilidad para enfrentar y adaptarnos a desastres cada vez más frecuentes e intensos .
El momento de actuar es ahora
En un mundo que sufre inundaciones devastadoras —como las recientes en EE.UU.—, incendios, sequías y huracanes, recortar los ojos que nos permiten ver y anticipar estos fenómenos es una decisión peligrosa. La ciencia climática no es prescindible; es urgente.
La pregunta sigue abierta: ¿permitiremos que el impulso político eclipse nuestro bienestar común y nuestra capacidad de respuesta ante emergencias globales?





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